Las dos caras de este juego

      Eran alrededor de las diez de la mañana cuando dieron comienzo formal a la práctica. En el pasto, todavía no se había terminado de ir el rocío aunque se notaba que los cancheros del lugar la mantuvieron muy bien durante el invierno. El lugar, es el Predio de Independiente en Villa Dominico, y la práctica, es una prueba de jugadores de las categorías ´96, ´97 y ´98. En total, había  unos 20 chicos que pese a no conocerse entre sí dialogaron mientras corrían alrededor de la cancha número dos del predio. Dieron dos vueltas completas a la cancha, elongaron unos cinco minutos y enseguida repartieron las pecheras naranjas y rojas para empezar a rodar la pelota. 

      El encargado de dirigir la práctico dividió al grupo en dos equipos y desde ese momento el compañerismo quedó de lado. El tiempo estipulado del encuentro no superaba la hora de juego. Por lo tanto, las oportunidades de sobresalir son escasas. Cada posibilidad de mostrarse vale oro. Así lo entendieron los chicos, y así se vio durante el picado.

      De hecho, la primera jugada interesante dejó en claro como venían las cosa. No habían pasado los cinco minutos cuando el número cuatro de los que tenían la pechera naranja se mandó una jugada digna de admirar. Encaró en diagonal de derecha al centro, dejó a tres jugadores rivales en el camino y sin tener la mínima intención de darle el pase a los compañeros, remató de zurda desde el borde del área un tiro que se metió pegado al palo izquierdo del arquero de los de pechera roja. Una demostración de talento, pero también, un ejemplo de lo que suele pasar en este tipo de encuentros. Jugadas individuales, intentos desesperados por convertir un gol y falta de juego asociado fueron moneda corriente. Incluso algunos chicos no tocaron la pelota más de cinco veces en toda la práctica. Muy poco para hacer un análisis de sus actuaciones. Pero las pruebas son así y aquel que no tocó la pelota, muy difícil es que sea tenido en cuenta.

       El resultado, sólo para la anécdota, fue de 3 a 2 para los de naranja. Cuando el ocho de estos últimos anotó el resultado final después de un fuerte cabezazo que venció la resistencia del arquero rojo, el DT dio por terminada la práctica y juntó a todos en un semicírculo en la mitad de la cancha. Habló durante casi diez minutos y luego el grupo empezó a desparramarse hasta desaparecer por uno de los accesos al campo de juego. En la misma dirección se marchaban algunos con la cabeza baja, mientras que a otros, los menos, se les vislumbraba una leve sonrisa. Las dos caras de este juego se hacían presente en esa caminata que entablaban los pibes al final de la jornada. Cara de victoria para aquellos que superaron la prueba. Cara de tristeza para aquellos otros que al  menos por ahora no van a cumplir su objetivo de ingresar al club. Resultado de lo que puede pasar en apenas una hora.  

1 comentario:

  1. Correcciones:
    Asumo que esta es la crónica. Está la idea, pero falta mucho contenido. Una crónica debería tener el doble o el triple de extensión.
    Además, hay que sumar testimonios y un mucho mayor nivel de descripción.
    Hay problemas con los tiempos verbales. Releer siempre.

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